Visibilizando la trata

Reconocimiento como víctima para que pueda recuperarse, acceder a sus derechos y retomar su vida

Las víctimas de Trata han sido objeto de una grave violación de Derechos Humanos. Han sufrido las consecuencias y el impacto de un delito tipificado en nuestro código penal y, en el caso de las mujeres víctimas de Trata, hablamos además de una de las expresiones más graves de la violencia de género.

Factores que contribuyen a su vulnerabilidad y a su sometimiento

La trata no es una realidad nueva, pero sí su magnitud y su forma de manifestarse. La trata supone someter a una persona a explotación y puede llegar a constituir una forma de servidumbre o de esclavitud. Es por ello que muchas veces se la denomina “la esclavitud del siglo XXI”. Las cadenas y los látigos han sido sustituidos por otros mecanismos de sometimiento, intimidación y coacción, igual de efectivos. Los tratantes pueden emplear el engaño, la intimidación, el abuso de una situación de superioridad, necesidad o de vulnerabilidad de la víctima, la violencia de cualquier tipo, la compra venta o, incluso, el rapto, para lograr el sometimiento y el control sobre la persona, con cualquiera de las finalidades siguientes:

  • La imposición de trabajos o de servicios forzados, la esclavitud o prácticas similares a la esclavitud, la servidumbre o la mendicidad
  • La explotación sexual, incluyendo la pornografía
  • La explotación laboral
  • La explotación para realizar actividades delictivas
  • La extracción de sus órganos corporales
  • La celebración de matrimonios forzados

Existe Trata de personas con independencia de que:

  • Se hayan cruzado o no fronteras internacionales.
  • Los autores del delito formen parte de una organización criminal, un grupo informal, o sean personas individuales.
  • La explotación haya llegado a ser efectiva (basta con la mera intención de explotar a la persona para que el delito ya se haya consumado).
  • La víctima haya interpuesto denuncia o no.

La vulnerabilidad como factor común

Actuación ante “meros indicios” para ofrecer una protección efectiva

No podemos hablar de un único perfil que defina cómo es una víctima de trata. La experiencia nos habla de una gran diversidad en relación con aspectos como la edad, la nacionalidad, el estado civil, el nivel cultural o la pertenencia a grupos minoritarios. No existe un único perfil de víctima que siga unos mismos patrones. Sin embargo, sí hay que tener en cuenta muchos factores de carácter individual, social y cultural que intervienen y que aumentan la vulnerabilidad de las mujeres a poder sufrir el delito de trata.

Existen factores de vulnerabilidad preexistentes al delito de trata que son intrínsecos a la víctima como la edad, la enfermedad, discapacidad, el sexo de la persona o la pertenencia a un grupo minoritario. Asimismo, existen factores relacionados con el contexto de la víctima, tales como los que suponen una vulneración de derechos humanos, la desigualdad, la pobreza, la discriminación y la violencia por razón de género. Estos factores contribuyen a crear situaciones de privación económica y condiciones sociales que limitan las opciones personales de las potenciales víctimas, mientras que, al mismo tiempo, facilitan la actividad de los tratantes y explotadores, aumentando el riesgo de que una persona sea susceptible de poder convertirse en víctima de trata.

La vulnerabilidad es un concepto dinámico que varía según distintos factores.

Supone una situación de adversidad, dificultad y/o dependencia que puede ser de tipo físico, psicológico, emocional, familiar, social o económico, entre otros. Es necesario incidir en que estos factores que configuran la vulnerabilidad a caer en una situación de trata, afectan de manera diferente y desproporcionada a sectores de población que ya sufren una falta de poder y reconocimiento dentro de la sociedad, entre ellos, las mujeres, menores, personas migrantes, personas con discapacidad y personas en necesidad de protección internacional.

Situaciones de especial vulnerabilidad

Colectivos especialmente vulnerables:

  • Mujeres
  • Menores
  • Migrantes
  • Personas con Discapacidad
  • Personas Refugiadas

Es necesario incorporar la prevención en la lucha contra la trata reduciendo los factores de vulnerabilidad que aumentan el riesgo y alimentan el delito de trata.

¿Cómo se produce la revictimización?

Todas las personas e instituciones que intervienen con mujeres que han sufrido la trata pueden, consciente o inconscientemente, agravar el daño de aquellas provocando su “revictimización”:

  • No detectando a las víctimas por falta de conocimiento, sensibilización y/o recursos
  • No dando respuesta a las necesidades que plantean las víctimas y no garantizando sus derechos
  • Primando el interés por perseguir a los autores del delito, instrumentalizando a las víctimas, sin respetar sus necesidades y derechos
  • No actuando desde una perspectiva de derechos humanos y de género que ponga en el centro el bienestar de la víctima del delito
  • Cuestionando y negando sistemáticamente la credibilidad y el testimonio de las víctimas, a pesar de los indicios existentes
  • Abordando y tratando los hechos – por parte de algunos medios de comunicación o profesionales – de forma morbosa y amarillista, contribuyendo a estigmatizar a las mujeres víctimas del delito

Evitando miradas victimizantes

Tanto para prevenir la Trata de personas, como para garantizar la detección y el proceso de recuperación integral de las supervivientes, es necesario aplicar los enfoques de género, interseccionalidad, derechos humanos, transculturalidad y resiliencia.

Los victimarios

Existe una víctima, porque hay un tratante detrás

Los tratantes pueden ser personas que actúan individualmente, en grupos informales o como miembros de redes criminales organizadas.  No hay un perfil estándar de los victimarios de la Trata de Personas. Puede ser desde un familiar de la víctima, hasta un completo desconocido. La figura del tratante puede tener distintos roles en el proceso de trata, el que recluta a la víctima, la persona que negocia, la que la transporta, quien  la recibe y quien la explota, entre otros.

El hilo común es la voluntad y la intención de explotar a otro ser humano para obtener un beneficio, bien económico, bien en especie, a costa de su  explotación. Los tratantes y sus víctimas a menudo provienen del mismo lugar, hablan el mismo idioma o tienen el mismo origen étnico. Tales elementos comunes ayudan a los tratantes a generar confianza para llevar a cabo el delito.

En muchas ocasiones coincide la nacionalidad de la víctima con la de su victimario, aunque los tratantes de origen extranjero suelen actuar muchas veces en coordinación con personas españolas para lograr sus objetivos.  Muchas redes criminales organizadas pueden llevar a cabo  varios tipos de delitos internacionales,  simultáneamente: Trata, Tráfico de drogas, Tráfico de vehículos robados, etc. Es importante tener en cuenta la interconexión entre redes de trata y redes de tráfico ilícito de inmigrantes, en los casos de trata internacional, ya que las redes de trata utilizan las redes de tráfico ilícito de inmigrantes para lograr introducir a las víctimas en aquellos países en los que las quieren someter a explotación.

Mientras que los tratantes son mayoritariamente hombres, las mujeres constituyen una proporción relativamente grande de delincuentes condenados, en comparación con otros delitos. Esta proporción es aún mayor entre los tratantes condenados en el país de origen de las víctimas. Los casos judiciales y otros datos cualitativos indican que las mujeres a menudo se pueden convertir en  reclutadoras, controladoras y explotadoras de otras mujeres.

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